jueves, 6 de marzo de 2008
Desvaríos matutinos...
Los momentos más decisivos de mi vida han transcurrido en medios de transporte. Desde pequeña me relajaba el traqueteo del coche, era mi sitio favorito para echarme un sueñecito placentero.
Es una especie de sensación mágica encontrarme en una guagua, en un tren o, a falta de éstos, en un coche, y sentir el suave movimiento mientras el sol calienta mi cara y poder observar el mundo desde una pequeña ventana.
Hoy ha sido uno de otros muchos días en los que me encontré en esta situación y mi cerebro empezó a funcionar. Miré hacia la ciudad y vi demasiado. Carteles electorales para dar y regalar, coches, tiendas, gente… Demasiado, todo era demasiado. ¿Nunca se te ha pasado por la cabeza que actualmente todo es demasiado?
A veces me da por pensar que en épocas pasadas, en que a pesar de la falta de comodidades, la vida tenía que ser mucho más sencilla. Y no es que apoye la escasez, la pobreza o la esclavitud. Es sólo que las grandes ideas tenían cabida. Me explico: No sé si me estoy volviendo paranoica, pero últimamente pienso que quedan pocas cosas originales, pocas cosas por inventar. Parece que cada canción contiene los acordes de otra, que no quedan temas sobre los que escribir, que hasta las relaciones siguen siempre un mismo patrón. Anteriormente, en cambio, todo era nuevo, original, sorprendente.
Es como si ya lo hubiésemos visto todo. Está claro que la vida es demasiado corta para poder decir ‘’lo he visto todo’’ o ‘’lo he vivido todo’’, pero en cierto modo podemos sentirlo así. Porque si es verdad que nosotros no lo hemos vivido, los protagonistas de nuestras series, películas, canciones o libros favoritos, sí lo han hecho. ¿Ventaja o desventaja?
Todo es ‘’tan demasiado’’ que es comprensible que lleguemos a agobiarnos. Puedo entender incluso que las enfermedades de nuestra era sean las depresiones, adicciones o los trastornos alimentarios. Es difícil sentirse satisfecho y centrarse cuando nos vemos abordados por un exceso de información constantemente. Todos nos sentimos hormiguitas e intentamos sobresalir por encima de la gran masa, porque digamos lo que digamos, todos soñamos con ser especiales. Para ello no queda otro remedio que destacar en algo.
Algunos tiran la toalla incluso antes de empezar a caminar, desanimados por el ‘¿qué cosa tan especial voy a hacer/tener yo que no hagan/tengan cientos de personas más?’. Pero la mayor parte de nosotros lo intentamos con prácticamente todas nuestras fuerzas. Y en muchas ocasiones nos sentimos saturados, intentando abarcar mucho o exigiéndonos más de lo que podemos dar, estirándonos hasta la extenuación.
Hay otro grupo muy pequeño de personas que se dan cuenta de que no sirve de nada conseguir nuestras metas si nos perdemos a nosotros mismos en el intento. Porque hay un determinado instante en medio de ese agobio en el que nos convertimos en nuestros propios autómatas, títeres que viven esclavizados por aquello que debería estar haciéndoles felices. Es importante darse cuenta a tiempo y escucharnos más. Lo queramos o no, somos lo primero. No es egoísmo, es naturaleza. Somos nuestros mejores amigos y nuestros peores enemigos, así que merece la pena (y mucho) vivir en una tregua constante.
Porque si nos agobiamos, quizás consigamos lo que nos proponemos, pero habremos dejado tanto atrás por conseguirlo y nos habremos maltratado y exigido tanto, que cuando lo consigamos, no estaremos pletóricos, sino todo lo contrario, esa vocecita interior estará demasiado resentida y maltratada.
En cambio, podemos respirar hondo y tomarnos el tiempo que haga falta para destacar sobre la multitud. Estando siempre atentos a esos pequeños avisos que nos indican que debemos parar, mimarnos un par de días, recapitular, escucharnos y continuar intentándolo con más fuerza.
He de confesar que yo, como casi todos, vivo en esa espiral del continuo perfeccionismo. Esto me ha causado ya muchísimos disgustos conmigo misma y con todos los que me rodean. Algunos días me he llegado a encontrar verdaderamente apática, sin fuerzas para nada más que para dormir. O lo peor de todo, intentando ocupar cada una de mis horas con el único deseo de que llegase la noche para dormirme y que empezar un nuevo día. ¿Con qué fin? Supongo que funciona como el piloto automático de los aviones: ‘’Que esté todo planeado y pase muy rápido, sin contratiempos, para llegar lo más pronto y fácilmente posible al destino’’. Ponemos el piloto automático para alargar situaciones conflictivas. Para evitar centrarnos o pensar qué es lo que no queremos afrontar, qué es lo que falla, para no ‘’tomar los mandos’’ de nuestras vidas por un tiempo.
En los últimos meses me he sorprendido a mi misma saliendo de este ‘modo automático’ a las pocas horas de entrar en él, por muy difícil que fuese la situación en la que me encontrara. Me he sorprendido intentando una y otra vez las cosas, sin limitarme pensando en todas las ocasiones fallidas.
Y no fue hasta hoy, en uno de esos trayectos en guagua, que descubrí cuál era la gran diferencia entre antes y ahora, el motivo desencadenante del cambio.
En algún punto del camino, entre mis miles de altibajos, empecé a conocerme realmente, a predecir mis reacciones, a reconocer mis gustos y preferencias, a saber discernir entre bueno y malo, a aceptar mis fallos y valorar mis virtudes… Y casi sin darme cuenta, me di cuenta de lo maravillosamente especial que era. Es cierto que estamos muy acostumbrados a escuchar ese rollo de que cada persona es única, especial, irrepetible y bla bla bla. Pero realmente hasta que lo vivimos no podemos hacernos ni una pequeña idea de lo que significa esto.
Me quiero (por fin!), me conozco y… quiero a ese mundo bullicioso que veo cada mañana a través de mi ventana (a pesar de todo).
miércoles, 27 de febrero de 2008
Pequeña historia de amor inconcluso
Hace ya varias semanas que prometí contarte algo acerca de una sorpresita en San Valentín, ¿recuerdas? En realidad es una chorradita, pero procedo:
Nada más despertarme por la mañana el 14 de febrero, sonó mi móvil. Sorpresa: Mr. P!
¿Quién es Mr. P? Es el chico por el que cualquier chica suspiraría. Lo conocí mi primer día de universidad, en octubre, casi por casualidad. Siempre suelo confiar en mis primeras impresiones, pero he de reconocerte que ésta fue totalmente errónea. Me dije: ‘’bah, el típico chulito guapete que viene a la universidad a hacer bonito y ligar’’.
La universidad estaba a 2h de camino del lugar donde vivía, que casualmente estaba a 5 minutos de su casa. Así que pasados unos días, empezamos a quedar todas las mañanas para hacer el viajecito juntos en tren.
Soy totalmente consciente de que soy muy rara para ‘aguantar a las personas’, o como quieras llamarlo. Me gusta estar sola (que no sentirme sola), prefiero estar en casa con un buen libro/serie/película/cd que devanándome los sesos para encontrar temas de conversación con el pesado de turno. Y sé que seguramente me pierdo a muchas personas especiales, pero el tiempo me ha ido… ‘introvirtiendo’.
El caso es que los primeros días me llevaba mi librito y me pasaba leyendo las dos horas a su lado, para no tener que molestarme en hablar con él. Mientras tanto, Mr. P escuchaba música.
Y precisamente fue eso lo que nos unió, la música. Uno de esos días revisé su mp3 y tengo que decir que nunca he encontrado a nadie con gustos musicales tan parecidos a los míos, así que sin quererlo empezamos a hablar.
Un mes después, la situación había degenerado completamente. Se había convertido en mi mejor amigo y había sacado a relucir mi parte más espontánea y personal. Con decirte que cada mañana íbamos cantando las 2 horas de trayecto. La gente nos miraba extrañados o bien se reían. Entiéndeme, es muy raro encontrarse a dos personas con sonrisas permanentes, cantando a voces y riéndose del mundo en general, cuando ni siquiera ha amanecido y el resto del mundo dormita en el tren.
¿Sabes a la sensación que me refiero? No quiero decir simplemente ‘reir’, me refiero a sentir auténtica euforia, a quedarte casi sin aire, a que te duelan los cachetes, a querer comerte el mundo por segundos.
Pues bien, me sentía como un niño con zapatitos nuevos. Siempre del brazo de mi nuevo amiguito, viendo cómo todas las chicas se paraban a mirarle, asombradas con su alegría y atractivo.
Me mudé a un piso cerca de la universidad y él empezó a quedarse casi todas las noches a dormir conmigo. Sí, DORMIR CONMIGO en una cama en la que yo cabía a duras penas sola. ¡Qué de noches nos pasamos hablando de nada hasta el amanecer! Y lo confortable que era dormir entre sus brazos… Pero no Carrie, pese a lo que puedas pensar, nunca sobrepasamos la barrera de ‘buenos amigos’.
Hasta que una semana antes de las vacaciones de Navidad exploté y le dije cómo me hacía sentir. Estaba segura de que él no me iba a corresponder y la amistad iba a volverse más fría, pero me arriesgué. Y gané. Empezamos una relación.
Pero el chico perfecto para mí tenía un gran fallo: no me atraía. Ahora sé que seguramente sí que me hubiese atraído si no lo hubiera comparado con el ex del que te llevo hablando tantos días. Big mistake, you know.
De todas formas, eso no fue lo que nos separó. Puse tierra de por medio, cambié de ciudad y volvimos a ser amigos. Esta vez ‘ciber-amigos’.
Por eso me sorprendió tanto su llamada, sus sentimientos seguían intactos y comprobé que solo él podía conseguir estampar una sonrisa de tonta en mi cara durante horas, a pesar de ser San Valentín.
Hay millones de canciones que me recordarán siempre a él, pero una en especial:
lunes, 18 de febrero de 2008
¿Está usted seguro de que quiere eliminar a esta persona?
Mi vida ha dado un pequeño giro desde el día de San Valentín.
La verdad es que no sabía cómo empezar a contártelo todo, pero una amable lectora me ha dado una buena idea preguntándome qué tal me había ido aquella segunda cita. ¿Recuerdas que te conté que había quedado una segunda vez con mi ex, verdad? Pues la verdad es que hubo una segunda y una tercera vez.
La segunda cita fue un domingo de esos muertos en los que no hay nadie en la calle, no hay nada que hacer y el clima no acompaña. Quedamos por la tarde temprano y fuimos al centro comercial El Muelle. Como no había ninguna película interesante y todo estaba cerrado, sacamos fotos:
Y como no lo puedo evitar y soy aplastantemente sincera, le dije que se me hacía extraño salir así con un chico, a pasar una tarde muerta con alguien. (Nota mental: actualizarme con todo el rollo de las citas y el ligoteo).
Le pregunté entonces qué hacíamos nosotros durante tanto tiempo juntos, si no nos aburríamos tantas tardes y horas haciendo nada.
Es del tipo de cosas que se hace cuando estás enamorada y que ni te planteas: dejar las horas pasar sintiéndote acompañado y completo, sin necesidad de preguntarte si la otra persona estará a gusto. Sí, me refiero a esos momentos que sólo dan la confianza y el tiempo.
Así que dejamos que la tarde pasara: paseamos, hablamos... pero, sobre todo, no hablamos. Estoy segura de que lo fundamental de esta cita fue exactamente eso, todo lo que no dijimos.
Cuando ya era de noche, nos sentamos en un banco frente al mar y nos quedamos en silencio. Creo que fue justamente en ese mismo momento cuando supe que estábamos engañándonos. Estábamos haciendo un pequeño paréntesis en nuestras vidas y refugiándonos en un pasado mejor. Me dí cuenta de que 'las cuerdas rojas del destino que nos unían, estaban más que rotas'. No teníamos nada en común, la confianza se había esfumado y habíamos cambiado tanto... Tanto que me llegué a preguntar por qué abrazaba a un extraño.
Aún así, quedamos una tercera vez. Y solo fue la confirmación de lo que ya sabía. Empezamos yendo a la biblioteca porque tengo un serio problema con la lectura. Siempre he devorado los libros, pero últimamente voy a un ritmo de un par de libros a la semana, y no hay tarjeta que aguante eso.
No puedo más que reírme de lo que pasó entre las estanterías de libros. Él los miraba como si fuesen objetos de otro planeta:
- Esto es como un videoclub pero con libros, ¿no?
- Bueno... Algo así.
- La verdad es que tengo que confesarte que nunca he leído un libro entero.
- Vamos, eso es imposible.
- ¡De verdad! Siempre los empiezo pero me canso a las pocas páginas. De todas formas, no es que no lea, siempre hojeo las revistas.
No aportaré comentarios al respecto. Sólo digo que no pegamos en lo más mínimo. Sus actividades favoritas son aquellas que requieren un encefalograma plano. Abandonó la carrera la primera semana y lleva meses dedicándose a pasarse el día en el messenger, escuchar música, comer y dormir. Punto.
Siempre fue lo que más me molestó en nuestra relación: Sus pocas expectativas, sus pocas motivaciones. Dios mío, no se tú, pero a mí me pone enferma una persona que apunta tan bajo, que mira la vida con los brazos cruzados.
Después de la biblioteca... ¡nos fuimos de compras por Triana! No lo pude evitar, la ropa me gritaba en los escaparates. En menos de media horita conseguí unas gangas de las que me siento realmente satisfecha: Una cazadora de cuero marrón de Mango por 10€ que antes costaba 89€ (sí, ventajas de ser pequeña, siempre hay cosas diminutas esperándome al final de las rebajas), un top negro precioso para alguna salida nocturna por 2,99€ en Bershka y unos pitillos rojos de 19,90€ en Stradivarius. Estos últimos no estaban rebajados, son de la nueva temporada, pero cuando encuentro un pantalón que me queda como un guante... No lo suelto. Y últimamente es más que difícil. Estos mismos pantalones los había en muchos colores y quería comprar uno o dos más, pero a los señores de Inditex les gusta hacer cada pieza del tamaño que quieren. Así es imposible.
Tengo que decir que el chico tiene aguante. Creo que había olvidado lo que era acompañarme de compras, sino se hubiera encerrado en casita. Fin de la tercera cita.
Voy al grano, directa al 14 de febrero.
Justo después de terminar de escribirte, decidí conectarme al messenger porque el sujeto en cuestión no se había dignado ni a felicitarme el dia. Me dijo que había pasado el día con sus amigos y que habían estado hablando y se había dado cuenta de muchas cosas. Empezó a comportarse fríamente, a responder con monosílabos y yo me desesperé.
Desde la última vez que lo habíamos dejado (un par de días antes de la selectividad, a modo de regalito de 'concentración') no había vuelto a sentirme tan... No hay palabras, pero sé que tú me entiendes perfectamente.
Tenía ganas de gritarle, de llorar, de ponerme a suplicarle, de herirle. Pero decidí no hacer nada, decidí calmarme y serenarme. Porque sabía a dónde quería llegar él y nada de lo que dijese podría evitarlo:
''Será mejor que no nos volvamos a ver''.
Porque es su estilo, su estilo de jugador acostumbrado a ganar. Me dejó destrozada (y eso no me molesté en ocultarlo). Creo que lo peor de todo fue que no me lo esperaba. Sabía que tarde o temprano pasaría, pero siempre pensé que iba a ser yo la que tuviera el control de la situación y que después podría continuar con mi vida como si nada.
A veces pienso que es bueno que la vida te dé este tipo de sorpresas, es cuando de verdad piensas que puede pasar cuaquier cosa y empiezas a sentirte más vivo y más consciente.
Él ha desaparecido. Ni una llamada para ver cómo me encuentro, ni un triste mensaje, ni una respuesta por messenger. Nada. Sólo nicks con segundas del tipo: ''Estoy chachi pistachi'' y cosas así.
Y yo estoy recuperándome poco a poco. Hoy mis amigos me ayudaron a dar el paso: borrarle del messenger completamente. Demasiados minutos perdidos regodeándome en sus nicks.
Así que lo hice.
No pude evitar pensar en la ironía del asunto cuando me abordó la típica ventanita de:
''¿Está usted seguro de que quiere eliminar a esta persona?''
¿Cómo explicarle a una máquina que a veces las únicas respuestas posibles no son 'Sí' o 'No'?
PD: No me he olvidado de la sorpresa de San Valentín pero necesitaba descargar todo esto primero. Te adelanto también que hoy ha sido mi primer día de clase en una nueva carrera y tengo un par de anécdotas curiosas con las que te vas a reir mucho (de mí).
jueves, 14 de febrero de 2008
Yo: ¿la mujer florero?
Siento que no haber dado señales de vida en tantos días pero, como mujer que eres, entenderás que de la unión de menstruacción + San Valentín no podía dar nada bueno. Y más si tienes en cuenta que es mi primera regla en casi medio año. ¡Puf! Se me había olvidado todo el rollo del síndrome premenstrual: el cansancio, los asaltos a la nevera, la apatía... No sé por qué pero hoy lo he sentido más que nunca, achaquémoselo al maldito Valentín. Menos mal que siempre me quedan los paseos matutinos con mi perrita para despejarme. Camino cada día por lo menos una horita, pero es que las vistas lo merecen:
Parece que con ese paisaje me relajo y pienso mucho mejor. Estos días he tenido bastantes cosas en las que pensar. Tengo que contarte una de ellas en especial que me sucedió hace poquito.
Era una de esas tardes muertas y nubladas en las que no se me ocurría nada mejor que irle a dar el coñazo a la vecina. Y allí en su casa me encontraba yo cuando llegó un señor bastante imponente. Tras las presentaciones obligadas, este hombre me dijo que mi cara le sonaba y que si por casualidad era modelo. A lo que mi madre respondió muerta de risa ''Sí, señor, modelo de tapones, ¿usted la ha visto bien?''. Tengo que aclararte que mido 1,56. El buen señor resultó ser el director de Glamour Models Canarias y tuvo la genial idea de decirme que contactara con la agencia lo antes posible para hacer un cásting, que estaban buscando alguien como yo.
A parte de cuando tenía 5 o 6 años, creo que nunca había considerado la idea, por lo que verdaderamente me cogió por sorpresa. Estos días he estado mareando la perdiz: que si voy, que si no voy... Al final mandé un email a la agencia y me pidieron las medidas y me dijeron que me pasara la semana próxima.
¡Qué mal me sentó lo de las medidas! Estuve mirando su web y vi que en el perfil de cada modelo (está una chica de Supermodelo, por cierto) se especificaban sus características físicas y sus medidas. Así que finalmente cedí y metro en mano me dispuse a cuantificarme: 79-59-81. ¿Estará bien eso? ¡A saber lo que estos señores andan buscando!
Yo solo espero que no me pongan pegas, porque no estoy dispuesta a que nadie me catalogue por mi físico o me ''sugiera'' modificar mi imagen. ¡Que ya bastante exigente es una consigo misma como para que venga el listillo de turno a criticar!
Cada vez estoy más y más asqueada del mundillo superficial en el que vivo. Es muy curioso porque hace unos añitos era el típico patito feo y anhelaba y soñaba con la mitad de lo que tengo ahora. Hoy en día me llego a sentir usada.
Últimamente mi exnovio se dedica a pasearme, sí, sí, has leído bien. Se dedica a fardar de acompañante o algo así. Recuerdo vivamente que cuando salíamos juntos y era menos agraciada, prácticamente no salíamos a la calle. Ahora no deja de decirme 'ven a nosedónde que quiero presumir de chica' o de pasarle fotos mías a sus amigos. ¡Cómo está el mundo!
Y lo peor no es eso, lo peor es que me he llegado hasta a sentir culpable. Ayer mismo iba tan tranquila de shopping por Triana y me sentí super rastrera. Pensé que con tanto compra que te compra y pensando tanto en moda, sólo me convertía en aquello que tanto critico.
Ya la verdad es que me da igual, si ellos me echan las flores, seré su mujer florero. Y que piensen lo que quieran.
Esto me recuerda mi primer día de universidad. Entré en la clase de ingeniería y me dijeron que me había equivocado, que turismo estaba en la puerta de al lado.
Lejos de molestarme, he llegado a una feliz conclusión... Es muchísimo mejor que piensen que soy tonta. Que para los tontos las cosas son más fáciles.
Y como tonta y mujer florero que soy, te cuento también que el otro día me invitaron a la fiesta de la moda de Pachá Las Palmas (el próximo viernes 22). Entregarán muchísimos premios a los más elegantes de la noche. No sé si iré, me resulta bastante tentadora la idea de pasarme una tarde vagando por Triana y Mesa y López en busca de un look divertido.
Lo único que tengo claro por ahora es que quiero llevar este collar de la nueva colección de Fossil:
Ya casi termino, que con esto de no haberte escrito en varios días me estoy enrollando como una persiana. ¡He descubierto el mejor método para desconectarme de todo el lío que te acabo de contar! Me estoy yendo todas las tardes a cuidar a mi vecinito, un nene monísimo de 8 años que seguro que te suena de haberlo visto en algún anuncio (él sí es un auténtico modelo, por fuera y por dentro):
No hay nada como escuchar a un niño. Nunca me había molestado en hacerlo y ¡qué equivocada estaba! Si al final los más sabios son ellos. Estoy necesitada de ver el mundo desde nuevas perspectivas y de estar con personas que valoren lo que de verdad soy.
Y quién mejor que un niño, mi perra y mi gatito para revalorizar lo esencial. Porque no lo puedo evitar Carrie, me duele que la gente de mi edad no pueda comprender que lo que importa no lo mata el tiempo y que la belleza dura dos días.
Está claro que todos necesitamos volver a lo básico, ser a veces un poco más niños.
Un beso fuerte! Gracias por aguantar a esta pequeña cabecita loca.
PD: Sí, he recibido una llamada muy especial en San Valentín, pero eso ya te lo contaré más adelante.
domingo, 10 de febrero de 2008
Mismo objetivo, distintas formas
Como últimamente tengo mucho tiempo libre, tengo que reconocerte que estoy inmersa en una especie de investigación sociológica.
Cada vez los creadores de páginas web acercan más el mundillo de internet a la gente. Últimamente eres casi hasta raro si no tienes tu propio espacio en esos lares.
Así que harta de escuchar: ''¿En serio que no tienes Tuenti / Fotolog / MySpace / Xanga / MsnSpace / ... ?'' me decidí a investigar. Como en sus tiempos ya había tenido Fotolog y no me había convencido, quise probar con el nuevo fenómeno de masas: el Tuenti.
Tras usarlo varios días he llegado a ciertas conclusiones:
- Es un método genial para mantener el contacto con amigos que viven lejos.
- Es potencialmente adictivo.
- Aumenta egos.
- Es la mejor manera de ligar sin moverte del sofá.
Y de estas 4 conclusiones creo que la que más te puede preocupar es la cuarta, ¿verdad? Está claro que no es lo mismo que un desconocido te deje un comentario en el Tuenti que descubrir una bonita mirada/sonrisa paseando por la ciudad.
Creo que definitivamente el mundo está cambiando, tus reglas de Sexo en Nueva York ya no son tan válidas para las solteras del 2008. Es triste ver cómo estamos perdiendo todo resquicio de romanticismo.
Ahora el juego consiste en sacarse la mejor foto, subirla and hope for the best! Y casi prefiero no hablarte de los otros. Sí, mi investigación fue más allá. Así que me infiltré en el submundillo de Sexy o no. Me recuerda a los tiempos de la secundaria, cuando mis amigos estaban tan salidos que se dedicaban a hacer listas puntuando los cuerpos de las chicas de la clase. Mejor te dejo verlo por tí misma y me guardo los comentarios.Puede que algún día la búsqueda del príncipe azul se reduzca a esto. No se tú, pero yo (por ahora) seguiré echándome a la calle a cazar sonrisas.
PD: La llegada de San Valentín es inminente y su aroma se respira en las calles. Otro año más sin celebrarlo y... tan contenta!
sábado, 9 de febrero de 2008
Thursday Night Lights
Permíteme que te tutee ahora que vamos a conocernos mejor. Antes de empezar a contarte mi extraña noche del pasado jueves, tengo que aclararte lo precario de mi vida sexual.
El último chico con el que mantuve relaciones fue mi exnovio, con el que lo dejé hace ya 1 año y 8 meses. Si te estás preguntando qué tal era el sexo con él, solo lo puedo definir como magnífico, simplemente perfecto y muy, muy frecuente.
Y desde entonces no he querido hacer nada con otro chico porque simplemente no he encontrado a nadie que me convenciese lo suficiente (ya me gustaría a mí no pensar tanto antes de actuar y ser un poco más p***).
El caso es que esa noche quedé con él después de mucho tiempo y, claro, me pasé dos horas intentando elegir una indumentaria adecuada y adecentándome un poquito. Si quieres saber en qué consistió exactamente esto:
- Tomé el sol un par de horitas (siempre he pensado que el color marca la diferencia)
- Me depilé bien depiladita
- Me dí un gran baño y después me unté en aceite, manteca corporal de frambuesa (te lo recomiendo! Hidrata más la piel que la crema y el aceite y dura muchas más horas, a parte de aportar brillo al cuerpo), aftersun (del mercadona, si si... del mercadona Carrie. En realidad no lo uso como aftersun, es una especie de crema con partículas doradas que deja tu piel con un aspecto más que envidiable...) y unos toquecitos de esencia de vainilla.
- Luego tocó el ritual facial: mascarilla de algas del mar Muerto (parezco un pitufo con ella), exfoliante, gel limpiador, crema hidratante y autobronceador de Helena Rubinstein (tienes que probarlo!! Todas mis amigas dicen que es mágico y el efecto es muy natural, incluso lo suelo usar en lugar de la base de maquillaje).
- Un perfecto maquillaje. Y digo perfecto porque estuve casi 3 cuartos de hora con las pinturitas y el espejo de aumento, y terminé completamente satisfecha. Adoro maquillarme, ¡siempre digo que es la parte más divertida de salir!
- Como una melena larga, me planché el pelo dejando las puntas con un acabado ''a lo Gisele Bundchen''. ya sabes, con ese efecto ondulado y desenfadado.
Ya sabes que cuando quedas con un ex hay una norma básica: ¡estar divina de la muerte para que sé dé cuenta de lo que se ha perdido! Y como era una cita informal (ibamos a un conciertito), me decidí por estos trapitos, a ver qué te parecen:
Mi querido bolso Loewe
Y de esta manera me presenté en el Alambique, un pub de Las Palmas al que nunca había ido.
Tengo que decir que a tí no te gustaría nada, no tiene nada que ver con los sitios glamourosos que tu frecuentas, pero a mí me pareció un lugar de lo más hogareño y acogedor, perfecto para relajarte con tus amigos una noche de viernes.
Ahí estaba él esperando, con su estilo alternativo de siempre y cara de sorpresa. Los primeros minutos fueron bastante incómodos, consistieron en las típicas presentaciones entre amigos y con los chicos del grupo que tocaba. Todos le conocían allí y no dejaban de repetirme que era el mejor batería de la isla. A mí me lo iban a contar! Bastantes horas me pasé yo escuchándole...
Supongo que las siguientes horas puedes imaginártelas: 3 copitas de vodka, 2 limoncitos (unos chupitos muuu ricos), sonrisitas, acercamientos y tensión sexual por todas partes. Cuando salimos del pub para ir al Charleston la calle estaba desierta y ahí mismo, en medio de la carretera, nos besamos.
Después de más copas y música dimos el paseito de rigor con descansito en un parque incluido. Como hacía tanto frío no tuvo más remedio el chico que proponerme ir a su casa, que casualmente quedaba bastante cerca.
Mi cabeza a todo esto iba a mil por hora, ya te lo puedes imaginar, estaba deseando que saliese todo bien.
Estuvimos horas y horas dándole vueltas a los preliminares. Yo no entendía por qué estaba tan pacífico y pasivo el chico. Vale, estaba claro que yo iba a estar mucho más 'desesperada', él tiene sexo prácticamente cada semana y yo... Pero resultó que era porque no tenía condones. A los hombres no hay Dios que les entienda, yo ahí deseando hacerlo con él y preguntándome por qué narices no actuaba y él sin comunicarse hasta que fué debidamente interrogado.
A las 7 de la mañana nos dispusimos a hacerlo. Imagínate el hambre que teníamos (te recuerdo que no habíamos probado bocado en más de 16 o 17 horas), lo cansados que estabamos después de pasarnos la noche fuera, la chispita alcóholica que teníamos encima y, sobre todo, lo nerviosos y presionados que nos sentíamos. Los dos hemos sido para el otro esa relación que te deja una espinita para siempre(como tú y Mr. Big para que nos entendamos).
Lo que pasó después casi preferiría no contártelo pero es la parte verdaderamente importante de la noche.
Noté que teníamos un problema desde que él terminó de ponerse el condón: se le había pasado toda erección preexistente. Intenté de mil maneras que el asuntillo volviese a su sitio, pero nada, no había forma. Intentamos hacerlo pero estaba claro que la cosa no entraba como tenía que entrar.
Cuando después de muchos resoplidos y miradas embarazosas lo conseguimos (ignorando que yo por aquel entonces ya estaba más fría que el hielo y que me dolió horrores), seguía sin funcionar. Yo no sentía absolutamente nada y a él tampoco parecía gustarle demasiado. Vale, sé que pensarás que para las mujeres es muy difícil sentir y blablabla, pero yo desde la primera vez que lo hice con él llegué al orgasmo rapidísimo. Todas nuestras relaciones habían sido muy satisfactorias y jamás tuve que fingir nada.
Como lo de fingir es algo por lo que no estoy dispuesta a pasar, le dije que no me gustaba. Pero seguimos en ello hasta que él llegó. Después de eso no pude evitar cabrearme con él, conmigo misma y con el mundo en genera. Dios Santo, llevaba casi dos años sin tener sexo y ahora esto... Y como mujer que soy, lo primero que se me ocurrió fue: ''No le atraigo, está claro que no le atraigo, acaba de dejar a una chica hace poco muy mona y seguro que está pensando en lo patética que he sido''.
Pero como buenos amigos que somos, lo hablamos y, aunque nos quedamos hechos polvo y seguimos echándonos culpas, llegamos a la conclusión de que todo era producto de la conjunción de factores que te conté antes (el alcohol, el sueño...).
Así que después de un ligero sueñecito post-coital (lo siento, pero tengo que añadir que ahora hace algo que antes nunca hizo: R-O-N-C-A! Y como un camionero!), me vestí y me volví a casa.
La vuelta a casa fue algo totalmente vergonzoso. El maquillaje corrido, los pelos asquerosos, la cara hinchada y ropa no apta para caminar por una ciudad a plena luz del día. Y no me hubiera importado si hubiese tenido coche (tengo que recordar esto cuando no quiera hacer los test de la autoescuela...), pero tuve que volver en guagua (bus para tí) con todo el mundo mirando.
De esta forma terminó mi noche de Jueves. ¿Qué opinas? ¿Crees que tengo un karma sexual o algo por el estilo?
Espero algún consejillo rapido porque esta misma tarde hemos vuelto a quedar.
Muchas gracias por leer toda esta parrafada!!
PD: ¿Tienes algún truco contra las agujetas? Es que no puedo evitar recordar lo que pasó cada vez que intento subir las escaleras de casa.
jueves, 7 de febrero de 2008
Me presento
Antes que nada, me gustaría comentarle que soy una fiel admiradora suya desde hace ya varios años. Es usted una gran periodista y tiene un modo de relatar sus desventuras muy picante, moderno y adictivo.
No obstante, no me dirijo a usted como periodista sino como mujer de mundo. Me explico: Hace ya un tiempo que decidí que quería plasmar mis vivencias, sin embargo, no se me ocurría ningún buen destinatario de ellas. Primero pensé en un diario, pero la idea me resultó totalmente impersonal ('Querido cuadernito de papel...'). Más tarde, se me ocurrió que tal vez debería dirigirme a algún amigo o pariente cercano, pero me dí cuenta de que hubiese sido algo parecido a jugar al Tabú. Si, ya sabe, ese juego en el que se intenta explicar cualquier cosa evitando ciertas expresiones.
Así que llegué a la conclusión de que lo mejor era mantener correspondencia con un desconocido, era el modo más sincero. También encontré varios inconvenientes en esto. El más obvio e importante era ¿cómo localizar al desconocido adecuado y hacer que lea algo que a lo mejor no tiene sentido para él?
En ese momento se me vino usted a la cabeza. Porque, querida Ms. Bradshaw, es una gran conocida/desconocida y estoy plenamente convencida de que mis historias están a salvo en sus manos. Además, nadie mejor que usted para entenderme y... si su ajetreada vida se lo permite, echarme una manita.
No me extiendo más, aunque entiendo que querrá saber quién soy, por lo tanto, le diré que a grandes rasgos soy una estudiante universitaria con un modo muy peculiar de entender el mundo. Amante de la moda, la cosmética y las compras también, apasionada de los libros y las buenas series/películas, cansada de besar ranas en vano (como dice Shakira), turista permanente, con una vida sexual muy... ''especial'', adicta al café y, como mujer que soy, extremadamente perfeccionista.
Pero como es imposible definir a alguien con palabras tan estáticas (no dejamos de renovarnos y cambiar, !gracias a dios!), ya me conocerá infinitamente mejor por mis andanzas.
Un saludo y... ¡Gracias!
P.D.: Con todo este lío se me había olvidado decirle que me llamo Victoria, para usted Tori que Vicky me suena muy ordinario.